Que este 2020 no ha cumplido con las expectativas que (todos) teníamos es un hecho. Pero siempre he sido de los que ve el vaso medio lleno, así que prefiero centrarme en los regalos inesperados que me han llegado.
La inmovilidad forzada, dicen, estimula la creatividad. Gracias a los eventos de mis viejos amigos, de los que estuve a cargo a tiempo completo hasta hace unos años, despertamos, fortalecimos colaboraciones importantes, nacieron proyectos imaginativos y aprendimos a publicitarnos de una manera que de otro modo hubiera sido difícil. poner en práctica.
Un potente paréntesis en términos de feedback y emociones que seguro no abandonaremos pero que, dada la temporada de playa y no de montaña, decidimos volver a proponer en otoño. A menos que haya algunas ocasiones extraordinarias para empacar que no dejaremos de comunicar.
Así que el domingo termina el ciclo con un evento de Etna en Family Tour, que estamos seguros nos dará grandes satisfacciones. Es un experimento (uno de muchos) que nos saca un poco de nuestra zona de confort pero que, desde la inspección, parece prometedor.
Siempre me han gustado las inspecciones del sitio. Esa sensación de intimidad, de descubrimiento, pero con la clara percepción de lo que será poco después.
Llegas a un lugar lleno de tranquilidad, lo observas, estudias sus criticidades y potencialidades, hablas cara a cara con los lugareños que no te venden un lugar, pero te cuentan el alma y los secretos para permitirte, tu tiempo, para trasladarlo al máximo.
Experimenta una especie de anticipo propio, saborea cada momento y disfruta de la seguridad que te brinda. Además, aquí, en casa, nos da la oportunidad de pasar unos días especiales en familia, aunque sea trabajando, disfrutando de las vistas y de la paz que nos regala Mamma Etna en todo momento.
Entonces hablamos, caminamos, evaluamos, modificamos la ruta en función de lo que vimos y, finalmente, propusimos el evento definitivo: visitaremos el lado norte del Etna, con las montañas Sartorius y la grotta dei Ladroni, nos detendremos para admirar y empápate de la apacible magia del Castaño de los Cien Caballos y lo celebraremos en el Milo Adventure Park con la ya infaltable butifarra asada y el “Bi-cake” casero que enloquece a grandes y pequeños.
Luego les contaré cómo me fue, aún aquí, y tal vez los deje con ganas de unirse al grupo la próxima vez.
Mientras tanto, el teléfono vuelve a sonar tímidamente, los turistas -italianos y extranjeros- entran en la tienda, y los coches calientan los neumáticos. 🙂
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