La próxima temporada de verano ha absorbido toda la energía, pero nos ha permitido crecer exponencialmente en experiencia y conciencia.
Si miro hacia atrás, una vez más, me siento bendecido y enriquecido.
Aprendí que se vence el cansancio, se renueva la energía, se consolida la seguridad, se afina la técnica.
Trabajar en el volcán que actualmente se considera el más activo del mundo es una fuente de inspiración diaria. Las caminatas primaverales nos han dado un conocimiento del territorio que se resume en renovada fluidez y seguridad en las historias que compartimos con quienes acompañamos.
Los colegas devuelven su estima y comparten trabajos, experiencias, nuevos descubrimientos.
El concepto de equipo que tanto nos gusta empieza a tomar forma. Ese que te hace sentir seguro, que te da oportunidades y que, al final, siempre gana.
Y en este escenario, las experiencias con quienes nos acompañaron a lo largo de este caluroso verano han sido innumerables.
Como aquella vez que dos chicos, después de un atardecer nublado, volvieron solos a los mismos lugares para ver el amanecer y me mandaron fotos.
O cuando tuve la suerte de estar dos veces en el lugar correcto en el momento correcto: caminando a 2500 metros durante dos de los 51 paroxismos que caracterizaron este increíble año. El asombro y la emoción (¡y no sólo de los muchachos que estaban conmigo!) fueron tales como para haber sellado la promesa de recuerdos que el tiempo no borrará.
Alguien se conmovió al escucharme contar, otro volvió para otra gira, una pareja francesa eligió los cráteres del Etna inflamados por los colores del atardecer para prometer pasar el resto de sus vidas juntos. Luego está el grupo que se unió tanto durante la gira que decidieron terminar sus vacaciones juntos. Y hay amigos del norte que han venido a visitar, otros que han enviado a sus hijos, u otros amigos, o amigos de amigos.
Resumiendo, crecer significa aumentar la experiencia y el conocimiento, lo que se traduce en credibilidad y autoridad.
La pasión que le ponemos, entiendo, es lo que hace que todo sea especial. Es un ingrediente que no puede faltar y no puede ser opacado.
Pero todo esto sin la gran madre que lo da todo no sería nada.
Ella es la verdadera protagonista: que cambia de forma y expresión cada mes que pasa. Que representa el libro más hermoso jamás leído que, todos los días, tratamos de interpretar y contar a quienes apenas lo hojean. Tan interesante y misterioso que nunca te cansarás.
Comprender su esencia es un hermoso y siempre nuevo desafío al que nos enfrentamos desde hace tiempo, pero que este año en particular abrazaremos con pasión gracias a un nuevo camino de formación que estamos ansiosos por comenzar.
Siempre listos para volver a ti con cosas nuevas para mostrar y contar, sin olvidar que nuestra misión, al final, es hacerte entender y amar este maravilloso mundo llamado Etna.